Sí,
tornem a les velles fàbriques, però no amb la carmanyola ni amb la bata gris

ni amb el rellotge de marcar
ni amb la sirena de plegar.
Potser la crisi ha buidat les fàbriques [però no aquesta crisi,
ja fa molts anys que no fem ni indianes ni velluts ].
Però aquestes parets encara hi són i miris on miris veus que ací hi havia moltes i moltes andròmines, i molta enginyeria.
i hi havia teixidors i teixidores i hi havia cosidores i hi havia plegadores i hi havia encarregats
i fusters i mossos i mecànics i aprenents, i molta gent que somiava.
Així que el jazz i la guitarra i el teatre i la poesia
ja hi éren ací, molt abans de nosaltres.
Només volem que hi torni.

 

Les Nits Blanques de Can Malvehy

 

 

No hi ha res com un bon pa amb tomàquet i unes làmpares de l’ikea
i una esfera que gira i gira i gira
i un matalàs que et transporta
i un àudio de primera speaker system built in power supply
i una samarreta mullada i una lluita de fang
per prendre bones decisions,
com ara que no hi haurà llaunes
pero sí nyam-nyam i copes de cristall
i llums orgàniques i suc de poma i aigua mineral i vi blanc i vi negre
i que després del saxo de l’èlia
hi haurà chill out i
lluna plena
i tot això només per vuit euros i un somriure i una enganxina
i una contrassenya:
blue sky in the morning in the moon off the shirt forever young, és a dir:
l e s n i t s b l a n q u e s d e c a n m a l v e h y,
off course, el sis de juny.

 

6 DE JUNY DE 2009 / A QUARTS DE DEU DE LA NIT

A LA PRIMERA PART

ÈLIA SERRÁN, saxo soprà
MARÍA JOSÉ AGUILERA, guitarra
Clàssica i tangos

A LA SEGONA PART

ÈLIA SERRÁN, saxo alt
JOAN MINGUET, saxo alt
Contemporània

 

Blitz Lounge Club / 31 de maig de 2009

 

UNA METÁFORA MÁS FUERTE

 

Goethe decía que lo romántico es lo enfermizo. Freud, que mientras la aflicción es el dolor por una ausencia concreta, la melancolía es el dolor por una ausencia indeterminada. Es pues incurable. Ergo el artista es un enfermo incurable.

Ja, ja, ja. ¡Afortudamente sí! No hay terapia que valga contra el romanticismo. En realidad, Freud recogió todas las ideas románticas tras un siglo de romanticismo.

Como el romanticismo, Freud aportó un modelo de ficción, literario, para dar sentido a una realidad que carece de él.

Bueno, sí. Piense que los románticos no encuentran un sentido sin más, sino que se sienten en el deber de inventarse ese sentido. Se trata de un juego de palabras entre los términos alemanes ‘finden’ (encontrar) y ‘erfinden’ (inventar). Proporcionan, desde luego, un conocimiento subjetivo, no objetivo. En el último tramo de su libro se detiene en las raíces románticas de los movimientos juveniles de mayo del 68. ¿Y la actual antiglobalización y el altermundismo? En algún punto hay que cerrar el libro, y decidí detenerme en el 68. En cuanto a los actuales movimientos antiglobalización, si nos referimos a Los Verdes en Alemania, que es donde han logrado una mayor presencia política y donde surgió el movimiento, sí que tiene raíces muy claras en el romanticismo: no es casualidad que el ecologismo surja en Alemania, patria del romanticismo y de esa fe en la naturaleza.

Si la metáfora es la gran herramienta del romanticismo, todos los grandes filósofos contemporáneos son románticos: Bauman y su modernidad líquida o su compañero Sloterdijk y su idea de las esferas y espumas.

Es interesante esto. Efectivamente, el romanticismo tenía un gran conocimiento del lenguaje. Novalis, uno de los autores más potentes, hablaba de la varita mágica de la analogía y, en este sentido, la ‘metaforología’ comienza con el romanticismo. La metáfora también es imagen expresada a través de la palabra, y esta imagen es un elemento para transportar un significado. Schlegel decía que la metáfora es un barco con el que moverse por el océano del lenguaje hacia un significado. 

Sí, pero a menudo ocurre que nos enamoramos de la metáfora y hacemos pasar el mundo a su través. Y eso lleva a la filosofía hacia el antirracionalismo.

Sí, es cierto que la metáfora supone un riesgo. Cada uno emplea la metáfora de lo que le es próximo. Para su descripción de la psique, Freud empleó la metáfora de una casa burguesa: desde el subconcisciente del sótano hasta la planta superior, donde está inteligencia. Este modelo de pensamiento es más productivo, pero es verdad que una buena metáfora tiene mucha potencia y puede limitar la visión y convertirse en una cárcel para el pensamiento. Podemos decir que las metáforas al principio son útiles pero a la larga pueden convertirse en una prisión.

¿Qué debe hacer el filósofo?

La experiencia nos dice que una nueva metáfora nos saca de la cárcel de la anterior. Dicho de otro modo, el único remedio contra una metáfora fuerte es otra más fuerte.

 

Entrevista a Rüdiger Safranski / Pedro Vallín / Fragmento / La Vanguardia / 30.05.09

NUEVE FRESQUÍSSIMOS

 

(Se abre el telón.

Aparece J.M. Castellet sorbiendo unos huevos.

Se cierra el telón.

Alguien del público pregunta: “¿Quién es J.M. Castellet?”)

 

¡Tacháaaan! Nadie sospechaba de ellos, pero estaban ahí, tranquilos e inéditos, en la nevera. Habían acumulado algunas tortillas en la garganta, y muchas gárgaras espontáneas emergían como su futuro estandarte: eran nueve y más frescos y bilingües que nadie. Alguien los secuestró a punta de escopeta, y fabricó una antología con sus vísceras. Repetimos sus nombres: Roger Atrofe, F.P. Domènech, Sebastià Jovani, Lucía Lijtmaer, Cesc Martinez, Eduard Mont de Palol, Juan Nicho, Lucas Quejido y Xavier Tort. ¿Y qué pensabas? ¿Que todo estaba pasado por agua?

 

María Hernández / Le Cool

http://produccionsescopeta.org/blog/

CIELO Y AIRE

 

"Vendo cielo azul y aire de colores. Nada tangible, pero yo -a diferencia de los agentes financieros que han provocado la crisis- voy con la verdad por delante", afirma sin tapujos James Turrell (Los Ángeles, California, 1943), un hombre sencillo e inteligente que llama a las cosas por su nombre. Turrell daba ayer los últimos retoques a Second wind, la mayor pieza permanente que el artista ha realizado en Europa y que se inaugurará el sábado en la Fundación Montenmedio (NMAC) de Vejer de la Frontera (Cádiz). A pesar de sus palabras, el pedazo de cielo que le ha vendido a la colección NMAC, tiene un impresionante envoltorio que puede visitarse a partir del domingo.

La obra, que forma parte de la serie Sky spaces, es "el negativo de una pirámide" en la que el público puede penetrar para disfrutar de lo que el artista pretende que sea una experiencia mística. Es una pirámide truncada excavada en el interior de una colina natural a la que se llega a través de un túnel. Dentro, rodeada por una especie de piscina-fuente, se encuentra una estupa, construcción budista para contener reliquias, recubierta de basalto con una abertura en el techo que permite contemplar el cielo, el alma de la pieza. "Tiene forma de jarrón, es como un recipiente para guardar el alma. Mi intención es que la gente penetre en la estupa para encontrarse consigo misma. Quiero que desaparezcan las fronteras entre dentro y fuera, entre material e inmaterial. En este mundo todo es ilusión".

El equipo que lleva trabajando en este proyecto desde 2006, del que también forman parte el ingeniero de iluminación Erick Helaine, la comisaria y directora de la fundación Jimena Blázquez y el ingeniero de la obra Salvador González, realizó la primera prueba completa la noche del pasado martes. El cansancio desapareció de sus rostros para dar paso a una sonrisa de satisfacción cuando, a medida que avanzaba la puesta de sol, el cielo que podía verse a través del orificio de la estupa fue adquiriendo colores puros, casi irreales: azul, verde esmeralda, dorado, rosa palo, violeta… hasta llegar al negro.

"La luz es la materia prima de la obra y, por tanto, cada día se renueva. El show -de unos 45 minutos- se repite al amanecer y al atardecer y adquirirá distintas texturas dependiendo de lo que pase ahí fuera: nubes, lluvia, estrellas, pájaros", comenta el artista, instantes después de que una cigüeña se cruce por su trozo de cielo. "Me ha costado mucho que Pepe -el jefe de obra- la suelte justo a tiempo", bromea.

James Turrell destacó en la década de los sesenta dentro de un colectivo que trabajó con la luz y el espacio y que, en cierta medida, fue la antesala del minimalismo. Pero en lo que respecta a etiquetas, él prefiere hablar de su obra como "arte perceptivo".

Pese a su aspecto de venerable y circunspecto anciano, derrocha vitalidad, ironía y sentido del humor. Un carácter que ha forjado sobre la austera educación cuáquera que recibió de sus padres, a la que ha sumado sus estudios de Matemáticas, Psicología de la Percepción y Arte.

Todo esto le ha servido de base para sacar adelante su gran proyecto: vaciar para convertir el cráter Roden, un volcán extinguido en Flagstaff (Arizona), en una gran obra. Turrell trabaja y vive allí desde 1976 y ese empeño le costó, incluso, que su esposa lo abandonara en 1982. "Cuando decidí comprar el rancho -50 hectáreas volcán incluido-, ella me dijo que iba a echar a perder el futuro de mis hijos", recuerda Turrell. El cráter Roden se abrirá al público en 2012, tras nada menos que 30 años de trabajo. Un año antes el Guggenheim de Nueva York le dedicará una gran retrospectiva comisariada por Carmen Giménez que itinerará por ocho países.

 

El País / Margot Molina / 28.05.09

 

LAS CONFESIONES DE UN ITALIANO

 

Hay grandes libros que, aunque a veces generosamente imperfectos, quizá porque no dio tiempo a acabar de pulirlos o porque se ven superados, en algún detalle formal o estructural, por su propia riqueza, forman parte -en mayor medida que otras muchas obras de una factura irreprochable- de las obras maestras de la literatura universal, por la totalidad, intensidad y profundidad de vida que contienen y que son capaces de hacer revivir.

Las confesiones de un italiano, de Ippolito Nievo, es una de esas obras maestras, una de las poquísimas novelas italianas (como Los novios , con la que puede rivalizar) que está a la altura de las grandes novelas europeas del siglo XIX, aunque su grandeza no haya sido admitida del todo, pese al obvio reconocimiento, los muchos y destacados estudios críticos, las traducciones, la conciencia común y la fama internacional. Hace algunos años, uno de los más importantes editores alemanes, que estaba preparando una nueva edición de esta novela en Alemania, me hablaba de ella con el entusiasmo de quien quiere proponer a los lectores un libro que, pese a todo, está aún por descubrir, y no con la naturalidad de quien publica un clásico que no puede faltar en una colección. En ese sentido Nievo es quizá, en parte, víctima del aislamiento que sufre a veces aún hoy la literatura y en especial la narrativa italiana del siglo XIX.

Las confesiones de un italiano hacen realidad en muy alta medida el ideal y la esencia de la novela, la representación de un gran acontecimiento histórico colectivo que ha calado en una irrepetible existencia individual, con la que se funde indisolublemente, sin menguar por ello su peculiaridad.

La vida de Carlo Altoviti, el protagonista que nos narra su peripecia vital, se inserta en un grandioso fresco histórico que retrata el final del viejo mundo ancien régime, identificado sobre todo con la venerable y decrépita República de Venecia, los trastornos de la época revolucionaria y napoleónica, la Restauración, los primeros y contradictorios fermentos del proceso de Unidad Nacional Italiana, del que el garibaldino Nievo no solamente es un apasionado y activo impulsor, sino también su conciencia política y poética.

La grandeza del libro radica en su totalidad, en la presencia simultánea de una fortísima pasión y de una ecuanimidad épica ante las figuras y los acontecimientos. El profundo sentimiento de arraigo en la Historia, que le permite pintar un cuadro incomparable de los hábitos políticos y sociales y captar en la práctica, en su actuación concreta a través de la vida de los individuos, las tendencias y las fuerzas históricas de la época, no le impide abrirse con una fuerza y frescura poética excepcionales a todo cuanto rebasa la dimensión histórica y es irreductible a ella: a la Naturaleza, de la que es un extraordinario poeta, o a ese paso oscuro más allá de la muerte, que él mira sin permitirse fe alguna, pero no obstante con un profundo sentimiento religioso.

 

Claudio Magris / lanacion.com / Fragmento / 23.05.09

ESTIMO EL TABAC

 

RETORN

Atent al plaer del fràgil cigar
encenc, volt de rosca contra la pedra,
el gas ocult en el dupont de plata
que m’és la torxa cap a la corona
que amaro amb la puresa de la flama.
Escapço amb les dents la punta suau
de l’havà. Mastego el rebuig, l’escupo.
Aspiro i torno a aspirar a l’instant.
Campaneja la tapa del dupont.
M’entra la primera calada, deixo
que discorri per la boca goluda.
Se m’inunda i sóc feliç. Ara entenc
una cosa més i m’ajunto amb tots
els que abans que jo han fet de la vida
una delectació vaporosa.
Estimo el tabac. El rebobinat
premsat de fulles és la magdalena
portentosa que inicia les belles
recerques: el que no puc recordar
a l’empara de la faula que diu
no toqueu això per favor, l’infant
de bolquers, el descobridor d’un món
sensitiu que es manipula amb els llavis,
jo mateix al llom d’un dofí, l’instint
que omple l’estança, escapada del temps
de recomptes, de baves i sentit.

 

PODEROSA MÚSICA

Quan, anys després que a Berkeley la toqués amb George Cables,
l’escoltava a la pista onzena del compacte,
no podia saber que ara mateix Art Pepper
inicia un cop més, des del silenci meu,
Goin’ Home, sempre afligit i convincent al caire
d’un oníric abisme, present a cada pausa,
l’emoció lliscant solemne per les notes,
la insistència brava de l’amor expandint-se
en la seda del saxo per la volta estrellada
.

Jaume Bosquet

Triacant, el poemario escrito por Jaume Bosquet (Salt, 1956), fue galardonado con el Premio de Poesía de los Jocs Florals de Barcelona 2009, un premio que también reconoce a este autor como Poeta de la Ciudad durante todo un año. El acto de entrega se celebró en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona que, lleno como en las mejores ocasiones, sirvió para inaugurar la 13ª edición de Barcelona Poesía que hasta el 27 de mayo llenará la ciudad de poesía con un centenar de actividades. Este año, para conmemorar el 150 aniversario de su restitución, también se ha otorgado un premio extraordinario que ha correspondido a Jordi Julià (Sant Celoni, 1972), por el poema Amor constant, la composición, según un jurado, que mejor estaba inspirada en el lema tradicional de los Juegos "Fe, patria y amor".

Jaume Bosquet es profesor de lengua y literatura catalana en un instituto de Olot (Girona) y ha publicado cuatro libros: Diàlegs (1999), Les formes amb la calma (2003), L’altre (2004) y La mateixa història (2006), mientras que Jordi Julià es profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona y ha editado tres volúmenes sobre la obra del poeta Gabriel Ferrater y ha publicado, también, Hiverns suaus (Premio Juegos Florales de Barcelona, 2005), Els déus de fang (2007), Principi de plaer (2007) y Planisferi lunar (2008).

 

El País / 23.05.09

 

LA NOVELA LUMINOSA

 

En la estupenda novela (valga la redundancia) La novela luminosa, del escritor uruguayo Mario Levrero, hay una división de la vida en general, de los días buenos y los días malos, sobre la que merece la pena detenerse en estos tiempos de economía centrífuga y de pesimismo centrípeto. Levrero murió en el año 2004 y La novela luminosa es su obra póstuma, y para quien no la haya leído diré, sin revelar demasiado ni atentar contra ella, que es el diario de un escritor que ha recibido una beca Guggenheim y trata de echar a andar una novela mientras lidia con su adicción al ordenador, su hipocondria, el clima y su decadente vida sentimental. "Estoy en lo que se llama periodo de centrifugación. Algo intangible en mí aleja a la gente de mí. También hay periodos opuestos, de centripetación, y ahí se me pega todo el mundo y no doy abasto para recibir gente. Hay que tener paciencia y esperar a que la cosa cambie", nos cuenta el personaje de Levrero, y tiene toda la razón del mundo; hay días, o temporadas, en que uno anda centrífugo o centrípeto; no se trata de momentos, acciones o evidencias aisladas; no es que, por ejemplo, una novia huya de ti mientras otra corre a tus brazos, se trata de un periodo sostenido de centripetismo o de centrifuguismo. Esta teoría raya en lo esotérico, en lo supersticioso, equivale a creer en una fuerza misteriosa que de pronto obra contra nosotros y, al cabo de un tiempo, nos favorece. Un científico diría que el centripetismo y el centrifuguismo dependen de la actitud de quien se siente de una u otra forma, que cuando uno se siente centrípeto es porque anda y actúa y se deja ver como un centrípeto; pero lo cierto es que a las novelas, y a buena parte de la vida misma, no puede aplicárseles la mirada científica sin desnaturalizarlas; hay días muy activos socialmente y hay otros de horrible centrifuguismo en que nadie repara en ti, con una intensidad que te lleva a pensar que no eres tú, sino tu fantasma, y esto no hay científico que lo explique. La idea del personaje de Levrero retoza y se solaza justamente en lo inexplicable, en eso que, al no ser responsabilidad nuestra, algo tiene de reconfortante.

 

Jordi Soler / El País / 21.05.09

INTEMPERIE

 

En pocos rincones del planeta la intemperie se siente con la fuerza que adquiere en esta ciudad, la más austral del mapa. Casi podría decirse que se corporiza. El frío se siente, y mucho. El horizonte no tiene más secretos que un continente helado. Y esta naturaleza bellísima, frágil e imponente al mismo tiempo, se apodera de quien la contempla. Así, el cuerpo de cada espectador se prepara para recibir el mensaje: el mundo está en peligro y el arte tiene una señal que darnos.

"Hay una intemperie que se vive afuera de la casa, pero también hay otra que nos acompaña donde estemos, incluso en los lugares que creemos más seguros, y no nos da tregua -dice Fernando Farina, curador para la Argentina y secretario de Cultura de Rosario-. La intemperie como exterior construye un mundo en ocasiones salvaje, violento, inesperado, peligroso. Pero mucho peor es cuando se mete dentro, cuando ya no se trata del riesgo de vivir sin la protección de un techo sino con la incertidumbre de cada día, o peor aún, aislados, teniendo que aceptar la imposibilidad de huir. Pensar desde Tierra del Fuego es encontrarse con esta doble condición: la de la exuberancia, de la fuerza inmanejable de la naturaleza, y la de la búsqueda diaria sobre cómo vivir con uno mismo. La isla es una imagen del fin del mundo, es un punto límite, que nos ubica al borde del abismo."

Esa búsqueda queda al desnudo en cada una de las producciones. En las imágenes de los videos de autores reconocidos en el plano internacional, como el cineasta norteamericano Reynold Reynolds, el alemán Thomas Demand o la afgana Lida Abdul, y en las instalaciones de artistas con alma de científicos, como el esloveno Andrej Zdravic o la alemana Agnes Meyer-Brandis. Otros representantes del arte contemporáneo internacional son el fotógrafo y videasta chino Cai Gou Qiang, el escultor alemán Michael Sailstorfer y los fotógrafos brasileños Thiago Rocha Pitta y Caio Reisewitz. Entre los argentinos figuran Graciela Sacco, Adriana Bustos y Laura Glusman.

 

2a Bienal del Fin del Mundo. En Ushuaia, Tierra del Fuego.

http://www.bienalfindelmundo.org/

AMORES QUE ATAN

 

   Hubo otros claros de luna en nuestro romance, uno, por ejemplo no totalmente edificante, al regresar de un paseo por Versalles y después de que ella intentase atraer en vano la mirada de una robusta pastelera que tenía otros gustos. Los faros de nuestro auto descubrían de cuando en cuando a las parejas tendidas en las cunetas. Y de pronto, pasada la puerta Maillot, París apareció como un cuadr0. A la luz de la luna, los monumentos eran líneas, dibujos sin espesor. También recuerdo aquella luna, tan llena como la de hoy, al regreso de un paseo por el Bois, cuando nuestro auto se acercaba al Arco de Triunfo y de pronto la vimos allí suspendida sobre París como la esfera de un reloj iluminado.

    Y al claro de luna cúantas noches no había pasado en claro mirándola dormir. Mirándola dormir podría pasarme toda una vida. Sobre la blancura de la almohada brillaba de noche la diadema azabache de sus cabellos. Me sentaba primero en la silla junto a la cama y después de cerciorarme de que su sueño era profundo iba a sentarme al borde de la cama y finalmente ya del todo en la cama para inclinarme a auscultar su sueño que fluía con el murmullo de su respiración.

   Al tocarla suavemente su respiración iba cambiando de tonos como si de un instrumento musical se tratara.

   Así dormida me parecía más mía que cuando estaba despierta. A veces se toqueteaba el pelo, posaba la mano sobre el pecho o hacía un ligero movimiento de cabeza que producía un cambio sorprendente, como cuando damos un toque al tubo de un caleidoscopio, que ofrecía cada vez una mujer nueva, abandonada a mí, que se transfiguraba en sueños a cada nuevo gesto.

 

Amores que atan / Julián Ríos / Ediciones Siruela, 1995

 

TAKING WOODSTOCK

 

Imposible saber si Ang Lee (Pingtung, Taiwan, 1954) participó en carne y hueso del gran viaje lisérgico, si participó en orgías en la parte trasera de furgonetas pintarrajeadas, si se arrastró por el barro aullando de placer. Es imposible saberlo -el tipo es discreto como esas figuritas de mono que se tapan los ojos, la boca y las orejas-, pero es fácil imaginarlo: en el verano de 1969, cuando el volcán de Woodstock entró en erupción, él tenía 15 años y estaba en China. Complicado escenario para dar rienda suelta al espíritu hippy. Claro que, si es por eso, los protagonistas de Taking Woodstock ni siquiera habían nacido (excepto la gran Imelda Staunton) cuando la lava empezó a despeñarse por los cuerpos jóvenes y urgentes de aquellos días al son de The Who, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Joan Baez.

Para Ang Lee, hacer una película sobre aquella cita de sexo, droga y rock & roll era cuestión de serenidad, "de sentirme en paz conmigo mismo", aclara.

Ang Lee vio las imágenes de Woodstock por la televisión de Taiwan: "Aquello era un símbolo de inocencia, de cómo las nuevas generaciones planteaban frente al establishment político otras formas de vivir, en paz con la naturaleza, con las razas y con todos los demás… Por todo eso, Woodstock es algo simbólico, un icono". Hay que recordar que el material previo al estallido del icono, era más bien rico, un caldo de cultivo que parecía perfectamente diseñado para abrir la vía del descontento y la contestación: el Verano del amor de 1967 en San Francisco -pistoletazo de salida del movimiento hippy- y la guerra de Vietnam; los asesinatos en 1968 de Martin Luther King y Robert F. Kennedy; la investidura de Nixon en 1969; los primeros Levi’s de pata de elefante ese año; la llegada del hombre a la Luna aquel verano; la masacre de Charles Manson… Demasiado hito histórico en demasiado poco tiempo como para no dejar rastro. Así que cuatro tipos tan insatisfechos como avispados, Michael Lang, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John Roberts acabaron montando un sarao que pasó a la historia…

Ang Lee y su viejo colaborador, el guionista y productor James Schamus, conocieron en 2007, en un plató de televisión, a Elliot Tiber, autor del libro Taking Woodstock: a true story of a riot, a concert and a life. La conexión fue inmediata y Schamus adaptó el libro. "La película trata de la felicidad de la gente, pero yo mismo he sido auténticamente feliz haciéndola", cuenta el director taiwanés afincado en Nueva York, quien reconoce la influencia directa del ya mítico documental Woodstock, estrenado en 1970 por Michael Wadleigh. "Su influencia es clara en todo lo que tiene que ver con el estilo de la gente, la atmósfera de libertad y aquel espíritu despreocupado", admite Ang Lee, quien tuvo problemas de derechos para poder incluir imágenes del documental dentro de su película. En cualquier caso, zanja en forma de interrogante casi contestada: "No sé si hoy se podría repetir aquello… Echo de menos el espíritu de Woodstock". Ang Lee, que se considera a sí mismo "alguien sencillo y complejo a la vez y siempre extranjero, esté donde esté", tiene aún pendiente un gran premio en su palmarés personal: la Palma de Oro de Cannes. ¿Será esta vez?"Echo de menos la atmósfera de aquel festival; no sé si podrá repetirse", dice Lee.

 

Borja Hermoso / El País / 17.05.09