MAGNÍFICA OPORTUNIDAD

 

Justo 26 años después de que el Gobierno expropiara Rumasa por su agujero patrimonial, la autoproclamada Nueva Rumasa se ha dirigido a potenciales inversores para pedir que presten dinero a sus empresas suscribiendo pagarés y eludir así las dificultades para una financiación bancaria tradicional. La CNMV aclara que no ha autorizado la emisión de pagarés

El grupo lanzó ayer una campaña de publicidad de su petición de fondos en la que aseguraba que la operación "ha sido autorizada previa consulta realizada ante la CNMV". La CNMV aclara que no la ha autorizado, sino que ésta no precisa su visto bueno al pedir un importe mínimo de 50.000 euros a cada interesado y dado que los pagarés no serán admitidos a cotizar.

En realidad, Nueva Rumasa no existe. O mejor dicho, no existe en España como "uno de los grupos empresariales más importantes de nuestro país con una valoración patrimonial neta de 3.000 millones de euros", como reza la publicidad, sino que es una pequeña sociedad que, según las cuentas de 2007 (últimas depositadas), está en pérdidas y tiene unos fondos propios de sólo 0,9 millones. Bajo la etiqueta Nueva Rumasa, la familia Ruiz-Mateos presenta como grupo a una serie de sociedades diferentes. Algunas no han depositado sus cuentas, varias están controladas mediante firmas en el extranjero y muchas sufren pérdidas. La "magnífica oportunidad" que ofrece la teórica Nueva Rumasa es prestarle dinero suscribiendo pagarés corporativos de las compañías (no del grupo). El objeto declarado es "la adquisición de empresas". La publicidad ofrece una "rentabilidad garantizada del 8% anual", pero ni la rentabilidad ni el principal están garantizados mediante aval bancario ni gozarán de la protección del fondo de garantía de depósitos.

 

M.J. / Madrid / El País / 24.02.2009

UN POCO MÁS DE PACIENCIA

 

Aún cuando todo pide un poco más de calma
Hasta cuando el cuerpo pide un poco más de alma
La vida no para

Mientras todo el mundo espera la cura del mal
Y la locura finge que eso todo es normal
Yo finjo tomarlo con calma

El mundo va girando cada vez más veloz
La gente espera del mundo y el mundo espera de nosotros
Un poco más de paciencia

Será que es el tiempo que le falta para percibir
Será que tenemos ese tiempo para perder
Y quien quiere saber
La vida es tan rara, tan rara


Aún cuando todo pide un poco más de calma
Hasta cuando el cuerpo pide un poco más de alma
Yo sé, la vida no para, la vida no para no… la vida no para

 

Paciencia / Lenine

http://www.myspace.com/leninemusic

http://www.lenine.com.br/

EL CRÍTICO MARXISTA

 

Éste es un país pequeño y en el terreno que creo conocer mejor, que es el de las ficciones, se avanza desesperadamente despacio. Y lo que es peor: se vuelve siempre atrás. Por cada paso adelante que se consigue dar, damos cinco hacia el más tenebroso pasado y surge entonces de nuevo la novelista revolucionaria, el empecinado escritor realista, el crítico marxista, la narradora concienciada, el novelista zapatero, el poeta sin experiencia, el clásico (sin especificar), el vanguardista retrógrado, el cuentista resabiado, la narradora mediocre que hace del feminismo su bandera, el escribidor circular, etcétera. El peor de todos ellos es el que cree que la ficción debe dar lecciones. Pero, por dios, ¿dónde estamos? La ficción, decía Cheever, está pensada para irradiar, para explotar, para refrescar. No existe ninguna filosofía moral derivada de la ficción más allá de la excelencia. Algo está muy bien escrito o no. Y el buen escritor, aquel que cuenta con una experiencia ya de años y que no ignora que tiene sólo un compromiso con el lenguaje, sabe cuándo lo que ha hecho está bien o no. Es algo en lo que le ayuda, si se quiere, la intuición. Porque cuando algo de lo escrito está mal, uno lo sabe. Como decía Vilém Vok: "Cuando una línea queda mal, sencillamente no está bien".

La gente busca enseñanzas morales en la ficción porque siempre ha habido una confusión entre la ficción y la filosofía y la ficción y la política y la ficción y el periodismo. También creen que hay una línea ambigua que separa la ficción de la realidad (que confunden con la verdad), cuando lo que importa es la plenitud de sentido de la ficción narrada y saber ver que la ficción es ficción y que, como decía Nabokov, calificar un relato de historia verídica es un insulto al arte y a la verdad. Y en fin. Todo esto me recuerda de nuevo a Vilém Vok cuando decía que si oía a un crítico que hablaba del compromiso o de la magistral lección de un autor, sabía inmediatamente que el crítico era un imbécil o bien lo era el autor.

 

Enrique Vila-Matas / El País / Fragmento / 29.03.09

PERO LAS MANCHAS NO SE VAN

 

Hace catorce años escribí una novela que se llama Payasos en la lavadora. Ahora se vuelve a editar, y eso me ha dado la oportunidad de releerla. Todo ha cambiado mucho. Ya no hay pesetas, y no sabéis cómo las echo de menos. Me da la impresión que las cosas han perdido su valor. Las ideas parece que también se han devaluado, ya nadie cree en nada que no se pueda traducir en euros. Yo me incluyo. Yo no soy yo, soy más hipócrita, más cínico, peor persona. Antes no tenía miedo de hablar, esa novela lo acredita. Ahora me aterra opinar. Probablemente por ignorancia, pero sobre todo por cobardía. La corrección política consiste en hablar sin decir nada, no vaya a ser que haya represalias. Es importante que no se entienda lo que dices, pero es esencial que tus palabras parezcan verdades como puños.

La novela transcurre en Bilbao, y tampoco es el mismo. Por la noche el cielo se teñía de rojo como en el infierno, porque en Altos Hornos se hacía la colada del metal fundido. La margen izquierda ardía en llamas, cubierta por gigantescas columnas de fuego que harían palidecer a la ciudad de los Los Ángeles del año 2016. Como en un ritual primigenio infame, brindábamos por el diablo con nuestros katxis de kalimotxo en las manos, durante la semana Grande. Quemar un cajero o tumbar un autobús en medio de la calle se creían deportes populares, la ría parecía chocolate caliente. Recuerdo Bilbao como un Berlín en ruinas tras la guerra, acribillado de agujeros por las obras del metro.

Ahora Bilbao es una maravillosa ciudad residencial. Puppy, el enorme foxterrier hecho de flores reina en la villa, y el Guggenheim brilla resplandeciente sobre los turistas. Cuando yo iba a la universidad teníamos que esquivar los tornillos que silbaban a nuestro alrededor. El puente de Deusto dividía la batalla entre Euskalduna y la policía. Coleccionábamos pelotas de goma. Todo eso parece que no ha ocurrido. La geografía es distinta. Las grúas son piezas de museo, las parejas pasean carritos de niño donde antes se amontonaba la escoria.

Payasos en la lavadora la concebí después de El dia de la Bestia y antes de Perdita Durango, en un período particularmente abrupto de mi vida, inmerso en un estado alterado de conciencia y abrumado por el mundo que giraba a mi alrededor, como en un maelström inabarcable. Así me sentía, como un payaso girando y girando en el interior una diabólica máquina colosal, un instrumento de tortura que pretendía limpiar mi alma de sus manchas, de su extraño pecado original.

Desgraciadamente siento que los colores de nuestro traje de payaso no se han perdido tras la colada, siguen vivos, relucientes como Puppy, gracias al esfuerzo de muchos. Pero las manchas no se van, no conseguimos limpiar los lamparones de dolor y angustia que ensucian nuestra camisa. La mentira sigue instalada en el lenguaje cómodamente, y no podemos desenchufar la maldita lavadora, no somos capaces de sentarnos un momento y hablar con sensatez. Sólo podemos emborracharnos y olvidar, hundirnos en la comedia infernal de la semana grande, como el protagonista de la novela, y brindar por el caos, intentando que nuestras carcajadas tapen el sordo y grave sonido de esa lavadora satánica que no para de dar vueltas y vueltas.

 

Alex de la Iglesia / El País / 27.03.09

 

LA MAR DE MIRADES

 

El Museu de la Mediterrània us obre les portes a la descoberta i al coneixement de l’espai humà de la Mediterrània partint del territori del massís del Montgrí, la plana del Baix Ter i les illes Medes.

Una experiència participativa per a grans i petits que ens convida a flairar les aromes de la Mediterrània, escoltar els seus sons i músiques, tocar la història i gaudir d’un audiovisual panoràmic que ens apropa a la realitat mediterrània d’avui.

 

La Mar de Mirades

Dissabte 28 de març a les 19h

Inauguració de l’exposició col·lectiva de Vallgrassa

 

http://www.museudelamediterrania.org/

 

VIAJEROS AL TREN

 

Pasajeros apresurados, andenes atestados de gente. Los adioses de los que se quedan en tierra y las locomotoras que avanzan entre nubes de humo. Motivo de inspiración artística de primer orden, las estaciones de tren centran la obra del pintor Paul Delvaux (1897-1994). Su universo nace y muere en torno a las vías del tren. Uno de los artistas más amados por los belgas (con permiso de Magritte) colocó la mística de la locomotora como eje de sus complicadas y misteriosas composiciones. A veces por encargo y casi siempre por deseo propio. La sinuosa obra toma la forma de un gran pez que da cobijo a los usuarios. Es lógico que una ciudad como Lieja, la más importante de la región belga de Valonia, ame a Delvaux. Aquí, en pleno centro de Europa, las vías del tren articulan la vida de sus habitantes. No extraña tampoco que el símbolo de la estación y su poder metafórico (esa plataforma hacia el exterior) sea el tema de la primera gran exposición del nuevo museo de la ciudad, el Grand Curtius.

Como bienvenida a la retrospectiva, un centenar de obras para revisar el genio de Delvaux, el gran "pintor de estaciones", la ciudad también estrena la estación de alta velocidad Lieja-Guillemins, diseñada por Santiago Calatrava. La obra pública más importante que en estos momentos tiene el arquitecto español en Europa. Tanto en los óleos como en los dibujos de Delvaux, la mezcla se repite: una locomotora, los fríos andenes y una aún más fría mujer en primer plano. Vestida o desnuda, su aspecto siempre es hierático. Regine Rèmon, comisaria de la exposición, explica el origen de esta obsesión de Delvaux por las estaciones como una metáfora perfecta de la soledad que el artista arrastró a lo largo de su vida. "Despreciado por el universo de los surrealistas capitaneados por Breton", expone la comisaria, "él prosiguió su camino en solitario frente a todos".

De formación académica, utilizó su conocimiento detallado del dibujo para reproducir objetos cotidianos dentro de historias como la ocupación nazi. La comisaria señala que el artista dominaba el dibujo pero no la pintura. Tal defecto se hace sentir en gran parte de su obra. Y provoca que muchos cuadros no se conserven en las mejores condiciones y que deban exponerse sólo parcialmente iluminados.

 

Ángeles García / Lieja / El País / Fragmento / 24.03.09

http://www.grandcurtiusliege.be/

UN DIMANCHE SUR LA TERRE

 

   Y por no hablar realmente de lo que es un dimanche sur la terre prefiero decirle a claudine un par de veces que lo siento muchísimo muchísimo y que en realidad ella no tiene la culpa de nada y que a propósito de la vieja costumbre de creer que los demás son los responsables de nuestros fracasos no digo que en algunas ocasiones no pueda ser así y que todos conocemos ejemplos que corroboran esta versión [vaya lástima] pero también es cierto que la mayoría de las veces no es así y que si parece que sea así es por simple delegación, es decir por transferencia, y que es muy frecuente el recurso de exagerar la capacidad real de tal o de cual en el propósito de hacernos la vida imposible o de tendernos una trampa o de embaucarnos en un destino inútil o de impedirnos ser nosotros mismos [eso sí que es grave], a pesar de que más del noventa por cien de los melodramas más habituales que circulan por ahí insistan unánimemente en esa percepción [la de la culpa ajena] y que de esa percepción se derivan más tarde un sinfín de malentendidos y de atrocidades y de crímenes y de delitos fallidos y de asuntos sin resolver y de causas judiciales y de nervios; pero hubo un momento mágico en el que empecé a dudar de la verdadera naturaleza de esa percepción y de que esa percepción se correspondiera realmente a una sensación o a un conjunto de sensaciones realmente experimentadas [casi nunca es así], y tiendo a creer que la imitación es la verdadera causa, o el simple deseo o la simple facilidad de reproducir conductas y gestos que uno ha visto reproducidos mil veces y que por tanto parece que obedecen a una lógica y a una manera de ser y que no dejan de ser un cierto modelo de comportamiento social [por lo que vemos] y que parece que responden a sentimientos tan tan humanos que nadie diría que son un estereotipo cualquiera, es decir una simplificación y una mentira; así que lo que sí que creo que es muy humano es la economía de la comodidad, o lo que es lo mismo: es muchísimo más económico en términos de desgaste personal acusar a alguien de ser el verdadero causante de un mal, sea el que sea, que la angustia de no tener a nadie absolutamente nadie a quien acusar, lo cual devuelve la tensión del conflicto a nosotros mismos [algo insoportable y muy incómodo]; y no me sorprendería en absoluto que esa economía de la comodidad se aplicara también por amplificación a los comportamientos sociales, ya que también resulta muchísimo más económico proyectar debidamente y con toda la rabia del mundo y si puede ser a gritos contra todo lo demás [ese gobierno, esa institución, esa pandilla de rufianes, esos bastardos] cualquier tipo de acusación que explique o que justifique nuestra propia incapacidad y nuestro malestar y lo injusto que resulta que así sea y sin motivo alguno y sin ninguna responsabilidad; y creo que claudine ya sabía perfectamente que yo lo sentía muchísimo, muchísimo [en cierto modo], y que en realidad claro que no era culpa suya [no podía ser culpa suya] y que tampoco era la primera vez ni la segunda que rechazaba o que despreciaba una invitación como aquella invitación sin otra explicación más consistente que no fuera la de que ya no me apetecía [ya no] estar rodeado de familiares y de amigos y de gente olvidadiza y de frases hechas y de todo aquel ruido de acusaciones y de falsos testimonios y de proclamas y de verdades y de ingeniosas soluciones y de felices coartadas y de asuntos sin resolver y que prefería mil veces por supuesto un dimanche sur la terre y que prefería mil veces que cada segundo de cada minuto de cada hora fuera como un verdadero no saber nada y no pretender nada y no acusar de nada y por encima de todo sin ninguna comodidad, como al principio [lo recuerdo muy bien como si fuera hoy].

 

Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 22 de marzo de 2009, como si fuera hoy.

LO RARO ES EUROPA

 

Es una especie de prototipo. ¿Qué lleva a la gente a enmascarar sus vidas?

Porque gustamos cuando somos bonitos. Cuando somos jóvenes. Cuando somos ricos. Cuando somos exitosos. Vivimos fingiendo que somos mejores y engordamos el currículo y disimulamos nuestros defectos para ligar; y disimulamos nuestras verdaderas simpatías cuando alguien nos puede servir para algo. Mentimos constante, feroz y descomunalmente. Precisamente por eso en la literatura nos gustan los perdedores. Esta novela, de alguna manera, va de perdedores, y nos gustan porque alimentan a ese pequeño perdedor que no podemos sacar a pasear y que nadie quiere ver y que encuentra en algunas novelas un alma gemela.

Y Roncagliolo sube las cejas y abre los brazos como diciendo: "Es lo que hay". Se reacomoda en el sillón y la pequeña caperuza blanca de la lámpara de lectura parece vestirlo con uno de esos distinguidos sombreros de Fez. Justo antes de que hable del papel del Caribe en el siglo XX y de las raíces corruptas del presente latinoamericano que rastrea a partir del padre de Diana, un "Rasputín del trópico con sangre italiana".

Una muestra de la clase política que ha saqueado América Latina, y que como usted dice, "luego ha devorado a sus hijos".

Es un ejemplo de lo que quería mostrar. Hace un siglo no eran los latinoamericanos los que emigraban a Europa, sino los europeos los que iban a América. Por los devaneos de la Historia, a muchos les tocó adaptarse a las circunstancias políticas, de mafias, lo que sea. América les da su sueño.

Pero las encuestas dicen que los latinoamericanos prefieren un golpe militar o una dictadura para solucionar problemas.

Tampoco nos engañemos, no es una cuestión de madurez. Las democracias no funcionan si la gente no vive bien. Las democracias duran sin ningún tipo de disturbio en los países donde hay una distribución de la renta justa y todos están contentos. Donde pierdes más si te cargas la democracia que si la dejas estar. Sin embargo, en América ya no hay golpes de Estado, aunque hay países donde la mitad de la población vive por debajo de la línea de la pobreza. También porque si tú quieres cambiar al Gobierno ya puedes votar a candidatos diferentes. Hace 30 años, decías las cosas que dice Hugo Chávez o Evo Morales y ni llegabas a las elecciones, ahora puedes ganarlas.

¿Qué ha pasado para este cambio en una década, incluso con personajes con tics no muy democráticos?

Ha pasado que puedes votar tanto en Venezuela como en Colombia por un autoritario democráticamente. Es una paradoja. Puedes votar por alguien que transgrede ciertas normas, pero lo legitimas mediante el voto, y eso implica una cultura democrática, que ya no hay gente diciendo "cárgate al Gobierno y haz otro", sino: "Vamos a votar por ti y vamos a ir controlando tu autoritarismo". Eso no es un fenómeno raro. Lo raro es Europa. Ocurre en países del ex bloque soviético, África y América. Para que una democracia se consolide, la gente tiene que vivir bien, en el proceso dan una especie de cheque en blanco con límites y van votando; a su manera, implica un desarrollo respecto a las dictaduras bestias del siglo pasado.

 

Entrevista a Santiago Roncagliolo / Fragmento / El País / 21.03.09

LA FELICIDAD DE COMPRENDER

 

¿Algún antídoto?

¡La cultura! A los creadores les aburre el consumo. Conozco a un montón de ricos que detestan el shopping. Les parece mucho más interesante dominar el mundo, inventar una empresa, escribir un libro.

Son una selecta minoría

Yo sostengo que en el siglo XXI el desarrollo económico no será suficiente, y que incluso la economía tendrá una dimensión cultural. Los consumidores no solo querrán productos, los querrán cargados de resonancias estéticas, de comunicación… Y surgirá una idea de hombre.

Miedo da esa idea.

Verá, en esta sociedad inestable la partida no está jugada. No tenemos poder sobre la economía, pero podemos tenerlo sobre la cultura. Podemos inventar un modelo de educación. Y, si cambiamos la educación, cambiaremos al hombre. Por eso es crucial revalorizar el oficio de maestro. Solo abriendo el espíritu, obtendremos individuos más creativos que generarán más riqueza. ¡Y llegará la felicidad de comprender…!

¿No será demasiado tarde? El mundo se llena de pantallas.

No hay que demonizar la innovación tecnológica. Hay que aprender a utilizarla. Por eso el papel del maestro es trascendental. Necesitaremos a gente que nos dé los instrumentos.

Es un optimista de tomo y lomo.

Me apoyo en datos. En EEUU la industria audiovisual factura más que Boeing. Ha llegado la hora de fabricar contenidos. La cultura será una inversión de futuro, y un ideal.

Consuela saber que no todo está perdido.

Reventó la burbuja de internet, ¿recuerda?, pero hoy una de las empresas más capitalizadas es Google. Porque supo reinventar el modelo.

¿Y qué será del lujo?

Meses atrás se decía que el lujo se salvaría de la crisis, pero no es así. Lo nota Japón, que representa un tercio del mercado del lujo. Creo que las marcas tendrán que mostrar una cierta generosidad y ofrecer un lujo más accesible, pero, por otra parte, habrá que contentar a los nuevos ricos de las economías emergentes.

 

Gilles Lipovetsky / Entrevista / El Periódico / 20.03.09

LO BUENO DE LA REALIDAD

 

Mientras el señor y la señora Martin pasan seis relajados meses en su segunda residencia en Bali, su casa de trescientos metros cuadrados en Pedralbes permanece a oscuras y en silencio. La crisis les ha servido de excusa para despedir a las dos asistentas que cada día de la semana (alternativamente) limpiaban el pequeño palacio (eran poco de fiar), y su sistema de alarma ha sido dado de baja sin avisar porque la empresa responsable ha quebrado. Es así como un grupo de estudiantes ha logrado organizarse y colarse en su frondoso jardín. Allí han montado un escenario para conciertos improvisados y obras de teatro, en la cocina está la sala de pintura, y el ciclo de cine de autor se ha ido al salón. La entrada, gratis y sin restricciones, y las decisiones se toman por votación popular. ¿Alguien sabe la contraseña del Wi-fi? Lo bueno de la realidad es que suele superar a la ficción, dicen René, Marta, Ayesha & Aleix.

Llama a tus amigos, ocupad la mansión más cercana, ¡y luego comparte Le Cool con tus nuevos vecinos!

http://lecool.com/cities/barcelona/newsletters/es/current.html

 

Lo bueno de la realidad

 

Una veintena de jóvenes han ocupado dos mansiones valoradas en unos 32 millones de euros y situadas en Park Lane, una de las calles más exclusivas de Londres, con lo que se han convertido en inesperados vecinos de la gente más rica de la capital británica.

Según publican hoy varios diarios londinenses, estos okupas han creado un grupo informal de arte colectivo y pasan los días tocando música y pintando. "La vista de la puesta de sol sobre Hyde Park es como mágica, especialmente desde el ático. Me encanta", afirma al diario "Evening Standard" Martin, uno de los nuevos inquilinos de estas mansiones. Las dos propiedades, que podrían pertenecer al Duque de Westminster, permanecieron vacías durante algún tiempo hasta la llegada de este grupo de jóvenes, según informa el citado diario. Martin explica que la oportunidad de ocupar estas viviendas surgió gracias a que existe "una importante comunidad okupa en Londres" que intercambia información entre sus miembros, lo que les permitió descubrir que estas casas habían estado vacías "durante los dos últimos años". "Es mucho mejor ocupar la casa de una persona rica como en este caso, ya que el propietario puede permitirse tenernos aquí. Supongo que alguna gente me diría que debería buscar un trabajo, pero no es lo que más me conviene en este momento", dice Meg, otra de las okupas. Ocupar una propiedad en Inglaterra no es un acto criminal si no se causa ningún daño al instalarse en la vivienda. Los propietarios, por su parte, pueden intentar conseguir una orden judicial para evitar la ocupación, aunque esto puede tardar un tiempo. De hecho, otro grupo de okupas vive en otra casa de Park Lane valorada en más de 23 millones de euros.

 

Efe / Londres / 22.01.2009