El confucianismo es una filosofía del poder, de funcionarios, de una estructura, del orden y de la posición de firmes; el taoísmo es una filosofía de aquellos sabios que se han negado a participar en el juego y no pretenden sino ser parte de la indiferente naturaleza.
En cierto sentido, confucianismo y taoísmo son escuelas éticas que proponen diferentes estrategias de supervivencia. En sus respectivos apartados destinados al hombre sencillo tienen un denominador común, que es la exhortación a la humildad.
En los cuadros de los pintores confucianos vemos escenas de la corte: el emperador, sentado, rodeado de burócratas erguidos en posición de firmes, jefes del protocolo de palacio, pomposos generales y sirvientes humildemente inclinados.
En los cuadros de los pintores taoístas vemos lejanos paisajes en tonos pastel, cadenas de montañas apenas dibujadas, nieblas luminosas, moreras y –en primer plano- una hoja del arbusto de bambú, fina y delicada, que tiembla agitada por un viento invisible.
Ryszard Kapuscinski
Viajes con Heródoto
Anagrama, 2006