FIN DE OTOÑO EN VENECIA

 

 

Ahora ya la ciudad no flota como un cebo

que captura todos los días que asoman.

Los palacios de vidrio suenan más quebradizos

a tu mirada. Y de los jardines cuelga

 

el verano como un montón de marionetas,

cabeza abajo, cansado, asesinado.

Pero del fondo de los viejos esqueletos del bosque

brota voluntad: como si de la noche al día

 

el general del mar fuera a doblar

las galeras en el arsenal vigilante,

para calafatear el aire ya cercano del alba

 

con una flota que a fuerza de remos se congrega

y  bruscamente, amaneciendo con todos los estandartes,

posee el viento grandioso, radiante y fatal.

 

Rainer M. Rilke