LA FELICIDAD DE COMPRENDER

 

¿Algún antídoto?

¡La cultura! A los creadores les aburre el consumo. Conozco a un montón de ricos que detestan el shopping. Les parece mucho más interesante dominar el mundo, inventar una empresa, escribir un libro.

Son una selecta minoría

Yo sostengo que en el siglo XXI el desarrollo económico no será suficiente, y que incluso la economía tendrá una dimensión cultural. Los consumidores no solo querrán productos, los querrán cargados de resonancias estéticas, de comunicación… Y surgirá una idea de hombre.

Miedo da esa idea.

Verá, en esta sociedad inestable la partida no está jugada. No tenemos poder sobre la economía, pero podemos tenerlo sobre la cultura. Podemos inventar un modelo de educación. Y, si cambiamos la educación, cambiaremos al hombre. Por eso es crucial revalorizar el oficio de maestro. Solo abriendo el espíritu, obtendremos individuos más creativos que generarán más riqueza. ¡Y llegará la felicidad de comprender…!

¿No será demasiado tarde? El mundo se llena de pantallas.

No hay que demonizar la innovación tecnológica. Hay que aprender a utilizarla. Por eso el papel del maestro es trascendental. Necesitaremos a gente que nos dé los instrumentos.

Es un optimista de tomo y lomo.

Me apoyo en datos. En EEUU la industria audiovisual factura más que Boeing. Ha llegado la hora de fabricar contenidos. La cultura será una inversión de futuro, y un ideal.

Consuela saber que no todo está perdido.

Reventó la burbuja de internet, ¿recuerda?, pero hoy una de las empresas más capitalizadas es Google. Porque supo reinventar el modelo.

¿Y qué será del lujo?

Meses atrás se decía que el lujo se salvaría de la crisis, pero no es así. Lo nota Japón, que representa un tercio del mercado del lujo. Creo que las marcas tendrán que mostrar una cierta generosidad y ofrecer un lujo más accesible, pero, por otra parte, habrá que contentar a los nuevos ricos de las economías emergentes.

 

Gilles Lipovetsky / Entrevista / El Periódico / 20.03.09