RENDIRSE, A VECES.

 

Todo empieza por la sensación.

Casi siempre visual. Es una luz.

Crees que estás ahí -todo el mundo lo cree- , en alguna parte, pero no sabes dónde estás.

 

¿Alguien lo sabe?.

Nadie contesta.

 

Luego viene que se abren muchas puertas. Es –verdaderamente- increíble.

Increíble realmente, no poéticamente.

No son puertas, sino espacios, y conexiones, y libertades, y tantas cosas.

 

No son las puertas del futuro lo que se abre. El amor no tiene futuro.

Son las puertas de la memoria.

 

No te enamoras de nadie. Enamorarse de alguien es mentira.

Te enamoras con alguien.

 

Lo que sucede no le sucede al otro.

No te pasa a tí. Me pasa a mí.

 

¿Proyectamos un deseo?. No.

Volvemos al deseo.

 

No te enamoras de ella. Te enamoras porqué ella está ahí.

Lo que te dices es:

Puedo volver a ser. Puede ser.

 

Lo que te encuentras es lo que eres. Siempre.

 

Y, según como, te rindes.

 

Carles J. Pi

28 d’octubre de 2007 / El día después de algo que no es casualidad.