¿ADÓNDE IR QUE NO TIEMBLE?

 

Muchas veces he recordado aquella anécdota, contada por Barrés, de una aristócrata española que, al preguntarle un invitado suyo, extranjero, disponiéndose para ir a presenciar una corrida de toros y viendo que la dama vestía de calle, tocándose con sombrero: “¿Cómo usted para ir a los toros no se pone mantilla?”, respondió: “Porque como soy española, no necesito disfrazarme de española.”

 

Los escritores de mi generación (“yo nací, respetadme, con el Cine”, dijo el querido poeta Alberti, que efectivamente, no nació exactamente con el cine como yo, sino pocos años después, aunque no por eso merezca menos respeto), los escritores que nacimos, respetadnos, con el cine (que también es un arte tembloroso, poéticamente estremecido) hemos vivido, desde que tenemos recuerdo vivo de nuestro tiempo, de nuestro siglo, aprendiendo horrores y espantos.

Y si no sé bien si nacimos ya temerosos y temblorosos, como el propio arte cinematográfico, nuestro contemporáneo sobrenatural, hemos tenido tiempo, y tiempos, de aprenderlo, por torpe que fuese nuestra inocente y optimista, ilusoria tontería propia. Yo no sé de la mía. Sabrán los que me lean. Aunque me suelo oír calificar, a veces, de tonto quijotesco, que es una paradoja mortal para mí, como español peregrinante, involuntariamente desterrado de su patria, por no haberse podido curar todavía de tantos y tantos espantos.

Que me parece, cuando avanzo en el tiempo de mi vida, desde España y ya fuera de ella, que si salgo de un atolladero es para encontrarme con un tembladeral. Atolladeros suavemente enmascarados de verdura y juncos, como simulando un dulce lecho, acogedor blando de nuestros pasos: engañosa puerta silenciosa de la muerte. O estos otros tembladerales americanos, junto al mar, de tierras arenosas, movedizas, desérticas.

¿Adónde ir que no tiemble? Si salimos de un atolladero tembloroso es para entrar en algún temeroso tembladeral. Atolladeros de palabras. Tembladerales de pensamiento.

 

José Bergamín / Madrid, 1895 – Hondarribia, 1983

Calderón y cierra España y otros ensayos disparatados / Barcelona / Planeta, 1979

 

En 1933, fundó y dirigió la revista Cruz y Raya, "revista del más y del menos" o "de la afirmación y la negación", sin duda la publicación más original, abierta e independiente de entonces y donde participaron numerosos autores del 27. Su último número, el 39, aparece en junio de 1936, días antes del levantamiento militar, y muere con la República.

SÍ, I NO

 

Sí, i no. Sóc viu, però treballo massa,

estimo els altres, però que vols, m’irriten.

Els altres no sóc jo i arribo molt tard

a tot arreu.

Miro el meu futur, un cel

encapotat no em deixa sargir les hores,

ningú no s’escolta la pluja com plany

la trencadissa d’aigua als carrers, rebufa

sentor de claveguera. Torno a la feina

i d’amagat faig versos obscurs. Menteixo.

Sí, i no.

Només dic la meva paraula,

només dic la meva paraula,

per ser-hi.

 

Jordi Valls / Violència gratuïta / Edicions 62 / 2006