HOMO ERECTUS

 

La última vez que estuve en Suecia me sorprendió ver al ministro de Economía con su pelo largo recogido en una coleta, con un aro dorado en la oreja izquierda y una opinión muy escéptica respecto a la asistencia social. Pero esto no fue nada en comparación con la estupefacción que sentí ante lo que me encontré fuera del despacho de Anders Borg. Ninguno de los funcionarios estaban sentados delante de sus mesas, sino que estaban de pie frente a mesas que habían hecho subir pulsando un botón. Cuando les pregunté el porqué de estar de pie delante de las mesas, la respuesta que me dieron fue de una franqueza que desarmaba: es más sano.

La historia humana se suele representar como una sucesión de seres parecidos a los simios que progresan de izquierda a derecha, cada hombre-simio mostrando rasgos cada vez más humanos, y el cambio más decisivo –al menos visualmente- lo constituye la llegada del homo erectus que camina sobre dos piernas. Pero se omite un detalle contemporáneo: posteriormente, la humanidad se sentó. Al menos, eso es lo que pasó en gran parte del mundo desarrollado. Las consecuencias se están analizando todavía, pero yo diría que entre ellas se encuentra la propagación de la depresión, los dolores de espalda, la obesidad, los enfados y el psicoanálisis.

 

Roger Cohen / The New York Times / Fragmento / 2.10.08