POR QUÉ ESTOY AQUÍ

 

Un hombre y una mujer tienen un encuentro sexual. Al terminar, todavía en la cama, ella le mira extrañada y le pregunta: "¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí, y desnuda?". Tras comprobar que no se trata de una broma, el hombre se levanta, se viste y se marcha cabizbajo, cuestionándose su valor como amante; o bien se levanta, se viste y se prepara para acompañar a su mujer al servicio de Urgencias del hospital más cercano, porque a estas alturas, la extraña reacción de su pareja es ya un asunto bien conocido. El neurólogo del hospital madrileño de La Paz Pedro Emilio Bermejo ha atendido en más de una ocasión a personas en esta situación. No les pasa nada grave, sufren un trastorno de Amnesia Global Transitoria (AGT) desencadenado, en casos como el narrado, por una actividad poco sospechosa de borrar de verdad la memoria: el sexo. Bermejo acaba de dirigir un estudio, publicado en Revista Española de Neurología, en el que describe seis de estos casos, todos atendidos en el servicio de Urgencias del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, donde ejerció hasta el pasado año. Al contrario de lo que reflejan las películas, la AGT no consiste en un olvido momentáneo de todo, sino en una alteración en la que el paciente "no puede registrar nueva información". "Se acuerda perfectamente de quién es, pero no retiene nada desde que le sobreviene la amnesia, por lo que no para de preguntarse dónde está y por qué, con el consecuente nerviosismo". Bermejo atiende con relativa frecuencia –calcula que una vez por semana– casos de AGT, que, como es lógico, no siempre está desencadenada por el coito. "La puede provocar el consumo de determinados fármacos, el dolor o el estrés" comenta. De hecho, el neurólogo publicó otro estudio en el que el factor desencadenante era un bajo nivel de potasio en sangre. En el fondo, se trata de un cuadro desconocido, del que sí que se sabe que sólo dura varias horas y que puede deberse a una alteración momentánea del hipocampo.

 

Ainhoa Iriberri / Madrid / Publico.es / Fragmento / 04/10/2008

 

Más de una vez me ha pasado, doctor, y no siempre después de un encuentro sexual, que me preguntara extrañado dónde estoy y por qué estoy aquí, y no siempre he encontrado la respuesta, y he procurado creer que se trataba de una interrupción involuntaria de la percepción, quizás debido a la edad o al cansancio, y no le he dado más importancia, como queriendo hacer ver que no era nada grave; y en otras ocasiones en cambio he pretendido ingenuamente que me sobreviniera espontáneamente la ageté, es decir la amnesia global transitoria, para intentar olvidar por unas horas dónde estaba y lo que me venía encima, y nunca lo he conseguido, ni disminuyendo a propósito los niveles de potasio en sangre, así que debe tratarse de un cuadro realmente desconocido y caprichoso y no veo más solución que forzar una y otra vez el encuentro sexual aunque no me apetezca es decir aunque sea ya con pocas ganas o con poca necesidad o con poca esperanza y esperar que al final se desencadene el olvido y la ageté y la melancolía, y lo siento pero no se me ocurre nada más que añadir no se me ocurre nada de nada dios mío y no sé por qué estoy aquí, no lo sé, y desnudo.

 

Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 5 de octubre de 2008, en la amnesia global.

VIVIR EN SITIOS RAROS

 

¿Cuál es el sitio ideal para vivir? Depende de para quién. Carlos eligió refugiarse en un faro para despertarse frente al mar y disfrutar de la soledad. Soraya se resistió al cambio de los tiempos para conservar la cueva de sus antepasados. Y Almudena está construyéndose una casa de paja para pasar el resto de sus días. Ninguno tiene un espíritu ermitaño. Simplemente, son felices viviendo donde quieren vivir. “En verano veníamos de vacaciones a la cueva de mis abuelos”, recuerda Soraya. Es una de las pocas personas, junto a su marido y sus dos hijas, que habita una de estas cuevas. Muchas fueron abandonadas porque sus moradores se marcharon de esta dura comarca en busca de un porvenir. Otras se quedaron vacías por la dictadura. Ahora aquellas cuevas son un reclamo para los turistas, que se alojan en ellas. “Una de las ventajas es que dentro siempre tienes la misma temperatura, unos 18 grados”, cuenta Soraya, orgullosa y feliz. Tener una casa de paja es, en cambio, el sueño de Almudena Garrido y de su compañero Robert Alcoz para vivir junto a sus hijos, de 2 y 4 años, en plena naturaleza. Ella es de Bilbao y él de Inglaterra, pero su deseo compartido es trasladarse definitivamente a Llánez, una pequeña aldea de 140 habitantes del interior de Cantabria. Allí pasan todo su tiempo libre en una cabaña de barro, que será su refugio hasta construir la casa de paja que han diseñado con la ayuda de un arquitecto. “Este fin de semana comenzaremos a poner los cimientos. La haremos nosotros mismos”, afirman.

 

Guillermo Malaina / Publico.es / Fragmento / 3.10.08

 

Vivir en sitios raros no significa necesariamente ser raro, la prueba está en que hay bastantes raros que viven en sitios muy normales y comunes, como en bloques de pisos o en adosados o en entresuelos, y a nadie le parece raro, y de las tres opciones del reportaje la que más me emociona es la de almudena y robert y sus dos hijos, que vivirán en la casa de paja que ellos mismos construyen en una aldea de ciento cuarenta almas y me parece fantástico que sepan lo que es literalmente levantar su casa de principio a fin y que conozcan todos ellos lo frágil y lo laborioso que es todo empezando por el sitio donde cobijarse, y que de esa manera sí que eres de verdad consciente de las cosas y de la naturaleza de las cosas y de la manufactura de las cosas, no es como firmar una escritura o un contrato de arrendamiento, que es una labor más psicológica es decir mercantil, y creo que uno debe sentirse mucho más propietario de algo si lo ha levantado con sus manos desde los cimientos, y aquello que se dice con tanto orgullo de tener algo en propiedad, algo que es de uno y que le pertenece, sí que tiene un sentido íntimo y una autenticidad personal y un proceso de adquisición en el caso de almudena y de robert; y que lo que sea que llamamos vínculo o apego o sentimiento, la mayoría de las veces de forma gratuita y banal, se acerca mucho a eso, a algo tan humano y a la vez tan misterioso y tan esencial y tan difícil como debe ser construir paso a paso una vivienda de paja, efímera y expuesta y totalmente irrepetible y que parece raro de vivir entre algo tan orgánico, como si fuera natural.

 

Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 5 de octubre de 2008, en sitio raro.