LETRAS LIBRES

 

Enrique Krauze, que es este mexicano de 61 años que está ante nosotros y que viene a Madrid para hablar hoy en la Casa de América, en el séptimo aniversario de su revista, Letras libres, considera que "todo en la vida, en la política, en el amor y en la literatura, tiene que picar algo". Así que sin chile ("¡todo debería tener chile!") no concibe casi nada. Ni las revistas. La suya (que lleva 10 años de vida en México y siete en España) "tiene mucho chile dentro, y es un chile contra el fanatismo". El primer número de la versión española de Letras libres "ya era contra cualquier clase de fanatismos, y sobre todo contra los fanatismos de la identidad".

La revista nació de una experiencia. A los 28 años, él dejó la litografía de su padre; ingeniero ya, e historiador, se fue a trabajar con Octavio Paz a Vuelta; él hacía las cuentas y Paz ponía las ideas, hasta que ambos confluyeron en las ideas, pero Krauze siguió llevando también las cuentas. Fue una empresa exitosa, que duró mientras duró el poeta, más de doscientos números después de la fundación de la mítica revista. Después de la muerte de Paz, Krauze inició Letras libres. Decía Borges que una revista es algo que hace un grupo de amigos que ama apasionadamente algo; si no, explicaba el poeta argentino, "es una antología".

Así que la revista nació con chile dentro. "En Letras libres amamos apasionadamente las dos palabras que componen el título, y lo expresamos con exigencia literaria y crítica, en defensa de la libertad, el más antiguo de los valores frente a los ismos".

 

Juan Cruz entrevista a Enrique Krauze / El País / Fragmento / 16.10.08