NOS VAMOS

 
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós. 

 

Despedida

Alejandro Aura

http://www.alejandroaura.com/

 

Madrid. (EFE).- 31.07.08 El poeta y dramaturgo mexicano Alejandro Aura, quien dirigió el Instituto de Cultura de México en España desde 2001 hasta 2003, ha fallecido en Madrid a los 64 años, según ha informado el Centro Buñuel de Calanda (CBC), con el que colaboraba asiduamente.

Las cenizas de Alejandro Aura serán trasladadas a su México natal por expreso deseo del escritor, quien falleció en la tarde de ayer en un hospital madrileño a consecuencia de un cáncer cuando se encontraba acompañado de su esposa y de su hija, según han indicado hoy a Efe fuentes de la Embajada de México.  
Aura (1944-2008) fue un artista polifacético que se prodigó como dramaturgo, poeta, locutor, conductor de programas de televisión, actor de cine, cronista diario y gastrónomo.

 

MALDITOS SENTIMIENTOS

 

Lleva ya unos meses en las librerías la maravillosa novela de James Agee Una muerte en la familia (Alianza), complemento perfecto a su no menos extraordinario Elogiemos ahora a hombres famosos que, agotada la vieja edición de Seix Barral, ha recuperado con admirable criterio Backlist. Ahí el escritor se unía al fotógrafo Walker Evans para darnos un testimonio sobrecogedor de la realidad del campo norteamericano en los años treinta del pasado siglo. Pues bien, utilizando el prólogo de la novela de Agee -y no un poema de éste, como se empecinan en indicar los comentaristas poco leídos-, el compositor americano Samuel Barber escribió una de sus piezas más memorables, una suerte de mínima escena dramática en la que un niño narra lo que pasa ante sus ojos en una tarde del verano de 1915 en Knoxville, Tennessee. Y ése es su título: Knoxville, Summer 1915.

La música es tan grande, tan inabarcable como el espíritu humano. Y por eso ese mismo espíritu navega libremente por ella, con tiempo para llorar con Madama Butterfly y aterrorizarse con Wozzeck, dos casos en los que se llega al presunto exceso por la vía de la presentación de lo real sin trampas. Lo que les diferencia de otros casos menos lucidos es precisamente su estética, que no sólo se adecua al sentimiento a presentar sino que muestra por sí misma sus valores. Pero, claro, es mejor negarlo desde el momento en que tal anhelo expresivo choca con la cofradía. Del otro lado, sin embargo, las cosas pueden verse de manera distinta. ¿Quién negaría hoy el valor de las vanguardias ya asimiladas, filtradas y situadas cómodamente en la academia? Una centuria da de sí y en la casa de la música hay muchas moradas. Escuchen Knoxville -a Dawn Upshaw, a Sylvia McNair a Eleanor Steber- y se sentirán un muchacho que después de mirar a su alrededor se pregunta quién es.

 

Luis Suñén / Malditos sentimientos / El País / Fragmento / 2.08.08

http://www.telecable.es/personales/agee/prefacioUnamuerte.html