Ahora trabajo en el macba y si fuera objetivo diría que es un privilegio y por muchos motivos. Pero ser objetivo no está a mi alcance, no. Es muy fácil ser objetivo si no te pasa a ti, no cuesta nada, lo ves desde fuera y te parece que, oh, qué maravilla, trabajar aquí sí que debe de ser fuerte, en el macba, esto sí que sí y no las tonterías de contratos que te encuentras por la calle, perder el tiempo más que nada, y las energías, sobre todo las energías. Aquí se te valora, a la vista está, y más aún, mucho más importante, aquí te valoras a ti mismo, no estás en una interrogación permanente, una ansiedad, que si esto o que si lo otro o que si ni esto o que si ni lo otro, que si no vale la pena estudiar tanto, o tan poco, no para llegar a esto, no. Una vez estás en el macba, en la plantilla del macba, este malestar se disipa, desaparece y se va, como se va todo lo malo cuando lo bueno regresa; es un antes y un después y adiós tranquilizantes y adiós estimulantes y adiós equilibrantes y bye-bye el nuevecerocinco y las infusiones y el aloevera y el pilates, adiós. Es así como debería ser, es así como se presenta cuando se presenta a los ojos de alguien que no eres tú, y a los ojos del que cree que con creer estas cosas tan meridianas y tan evidentes y tan de cajón y estas suposiciones tan diáfanas ya es suficiente, y basta, y si parece que trabajar en el macba es un privilegio pues es un privilegio y ya está, y no hay más que hablar. Así empecé yo, de esta mismísima manera tan ingenua y tan desprovista de duda y de maldad, y tan lógica al mismo tiempo, tan lógica que cualquiera podría incluso llamar tan transparente, sin ninguna fisura ni doblez ni ocultación, y sin sospecha. Así empecé yo y así me encontré con lo que me encontré, que se parece tanto a la imagen sobrevenida, a la realidad, como se pueda parecer un gato a una llave inglesa o un conejo a una chistera, nada. Creo que fue el siempre oportuno de mi cuñado, el instalador de calderas, el primero que me avisó, sí, que trabajes en el macba está muy bien pero que muy bien, muy elegante y muy esnob, pero y cuando salgas qué, o te crees que todo lo de fuera es como el macba, capullo. Y vaya con el instalador de calderas que tenía toda la razón del mundo y sin haber casi estudiado ni casi nada y con lo poca cosa que se le ve, cabrón.
El edificio es una pasada y esto no lo discute nadie y salta a la vista y cómo encaja en la perspectiva y cómo articula los espacios y los flujos de los espacios y cómo refleja la luz y cómo la dispersa y lo totémico que es, se dice mucho totémico en los pasillos y en los ascensores, y epicentro también, es ese punto o ese conjunto o esa fusión de puntos donde van a parar todas las miradas, no hay quien se lo pierda, es imposible, lo ves porque lo ves y además es más grande que todo lo demás, es el macba, el museu d’art contemporani de barcelona. Y lo mejor de todo es que no me di cuenta de la maldición ni de nada parecido al principio, hasta el día que llegó nancy spero con sus dissidanses y sus instalaciones y sus pantallas y sus leds, aunque es verdad que algunos días mientras ojeaba en la librería ya había notado algo, algo raro. La verdad es que nancy no me pilló nada desprevenido, o al menos eso creía yo, yo ya sabía que era una pionera del arte feminista y una de las figuras fundamentales de la escena contestataria del nueva york de los años sesenta y setenta y que era un ejemplo de compromiso; bueno no me sorprende nada con los amigos que tuvo y lo que le tocó vivir, vaya época, y la de vueltas que dio y lo que se podía esperar de ella leyendo como leía a mallarmé o a artaud o a brecht o a cixous o a kristeva, y lo obsesiva que se volvió con las alegorías fálicas o bélicas o las dos cosas a la vez. Pero algo le debo reconocer a nancy si lo que importa es ser fiel a los hechos, que lo soy y que me importa, y lo digo sin rubor que es cierto y verdadero que ella y su retrospectiva y sus metáforas hayan sido el desencadenante de lo que ya se veía venir y que mi cuñado me avisó, que cuando entras en el macba nunca sabes lo que te puede llegar a pasar y mucho menos si como es lógico no te vas a pasar toda tu vida en el macba que sería de locos sino que al finalizar tu turno finalizas tu turno y te cambias y le dices hasta mañana a la chica de proyecciones y echas una ojeada a la librería y sales a la calle y te cruzas con los skaters y con los pakis que vienen de la compra y con borja-villel que sube a dar su seminario y con la patrulla del cerodoce y con los que van al cececebé y con los que salen de la facultad de filosofía y con los que entran al fad y con los que han quedado a cenar al libanés y con los pintores que celebran vernissage y con la pareja de italianos que acaba de abrir su showroom y con el sudanés que reparte bombonas y con el marroquí que también reparte y con las chicas de la central y con los chicos que las esperan y francamente te preguntas como se preguntaría cualquiera después de un turno de trabajo con nancy y con sus instalaciones y sus pantallas y sus obrasdenuncia que como es posible que tanta gente y tan distinta y tan rara se atreva a pasar por delante de las narices del macba, y una y otra vez y una y otra vez, y que no sientan ninguna curiosidad ni ningún nerviosismo ni ninguna emoción, y mira que se ve el macba, y que pasen de largo sin ni siquiera acercarse aunque sea al mostrador o a la chica de la librería y mira que és fácil y sencillo preguntar, perdón, me puede indicar por favor si lo que guardan ahí dentro en el museo es tan interesante como parece o es mejor sentarse en esa terraza con los niños, pues puedo asegurar de la manera más clara y más rotunda y sin engañar a nadie que nadie lo hace ni lo intenta ni se le ven la ganas y que vas a tener que esperar al día siguiente y al turno siguiente para poder albergar la esperanza aunque sea remota de que la retrospectiva, al fin, sirva para que a alguien, aunque solo sea a uno de los de fuera, se le ocurra el día menos pensado que lo de dentro tampoco debe ser para tanto y que lo de nancy y las denuncias y los discursos hegemónicos y las alegorías fálicas o bélicas y las instalaciones y las pantallas pues no creo que pueda ser o pueda representar algo -o nada- mucho más contestatario ni más obsceno ni más hiperrealista ni más alejado de la comprensión humana que lo que está bien a la vista de día y de noche alrededor del macba y algo mas allá del macba y encima y debajo del macba y que ya estoy más que acostumbrado a canibalizar si hay que canibalizar lo que sea sin que me convierta por ello ni en un indeseable ni en un especialista cualquiera ni en un frívolo que no tiene otra cosa que hacer, que no pasa nada por entrar, nada y que no es más que arte, nancy, pues no hay manera, no les entra y yo lo paso mal, por nancy.
Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 25 d’agost de 2008, podria ser
Per mitjà de la Col·lecció i del programa d’exposicions i activitats, el MACBA vol construir una memòria crítica de l’art de la segona meitat del segle XX, assolint alhora dos objectius: d’una banda, fer front a discursos i forces hegemòniques que tendeixen a mitificar el que és local-nacional i a instrumentalitzar les institucions culturals com a agents actius de la terciarització econòmica de les ciutats; de l’altra, plantejar alternatives a les insuficiències dels models dominants de museu, que es basen, en general, en el mite universalista de l’obra original o bé en una concepció del museu com a espectacle. Partint d’una concepció segons la qual no existeix un “públic”, sinó “públics” constituïts per grups específics diferenciats, el museu deixa de ser un mer productor d’exposicions i esdevé un proveïdor de serveis de diferents tipus per als diferents subjectes. L’exposició és, així, un mitjà per a un tipus d’experiència que se situa al mateix nivell que els tallers, les conferències, els programes d’audiovisuals, les publicacions, etc. Totes aquestes experiències s’articulen al voltant d’una sèrie de línies discursives que els donen coherència temàtica.