Parece un mal síntoma el que uno eche en falta cosas tan banales como un sifón, aunque si es así tampoco está muy claro de qué es síntoma, si de demasiadas cosas vividas o si de pocas cosas vividas o si simplemente es echar en falta algo tan simple y tan útil como un buen sifón, que por alguna razón alguien inventó. Creo que fue una buena razón y no es muy fácil explicar el porqué ya no hay sifones, no como los de antes, que sería conceder a la nostalgia, sino como cualquier sifón que actúe como un sifón aunque no lleve ya puesta la funda de rejilla ni la marca registrada ni la garantía de que no haya sido abierto ni rellenado falsamente, fraudulentamente. Te tomas un espinaler con hielo y limón y está genial y está genial que te lo sirvan mientras esperas supuestamente un arròs a banda y un entrante de marisco del día aunque en realidad no estás esperando nada ese día ya que si estás en cala montjoi y han reservado una mesa para cuatro y estás ahí tan feliz y tan desprendido con tu pareja y con la pareja íntima de tu pareja es que no esperas ya nada al contrario es que ya lo tienes todo y ya no esperas y para eso estás ahí. Pero que eso sea meridianamente cierto no quita lo del sifón. ¿es incompatible la felicidad con el sifón, estás pidiendo demasiado o estás yendo demasiado lejos; no tienes bastante con el arròs a banda y la mesa reservada y el chalé con vistas y los atardeceres y la piscina y el discreto encanto y la brisa y el cremat de ron en el casino y las nits de jazz en la capilla? ¿y si al final por la razón que sea sí que hubiera algo de sifón se podría hablar después de si es un buen sifón o de si es un sifón a secas o incluso de si es un mal sifón es decir de un sifón que no tiene ningún merecimiento y que más valdría entonces ni haberlo probado ni siquiera haber pensado en ello? ¿es que nadie de mi mesa reservada a mis más íntimos y a los íntimos de mis más íntimos se va a dar cuenta ya nunca más, nunca máis, ni va a mencionar aunque sea de pasada lo agradable que sería y más agradable aún si cabe de lo agradable que es ya de por sí estar ahora aquí los cuatro pues además poder disponer de un triste sifón? ¿es esto la soledad y el desgarro, es esto y no toda la palabrería de sartre o de camus o de jeanette? Entonces ya lo veo la cuestión el qué era el sifón y no la melancolía o el spleen o el fado o la televisión en blanco y negro o stendhal o las gabardinas o el noséquehacer o la tarde del domingo o el cine familiar o bertolucci o la miseria o el québienseviveenmalibú. Si hubiera estado más atento, mucho más atento, caray, como debería haber estado en vez de estar en quién sabe qué y en quién sabe cómo no estaría ahora mismo y en este precioso instante retorciéndome por un haber pensado en un sifón por dios en mi sillón ni tampoco tendría el más mínimo sentido ni interés en esta situación haber querido alterar por favor y sin atisbo de mala intención ellos lo saben bien que nada me molestaría más que pareciera como si estuviera esperando algo cualquier cosa ya que sería del todo inaudito no tener lo bastante con lo bastante que tengo ahora mismo que ya es mucho quizás incluso demasiado ante mi mesa reservada para cuatro tan feliz y desprendido que por supuesto que no echaría en falta nada, por dios, nada de nada para ser más exactos y menos hoy en un día como hoy que no le sucede a cualquiera ni todos los días que le inviten a uno supuestamente a un arròs a banda como si nada y sin esperar y sin motivo alguno.
Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 10 d’agost de 2008