LEILA

 

Pues debe ser que estaba destinado a Leila.

Y no predestinado; nunca me ha gustado el lenguaje de los adivinos, es demasiado obvio.

Sigo con Brahem o Brahem sigue conmigo, en le pas du chat noir.

Y más que nada sigo,

quizás en Túnez o quizás en Tunis o Tunisia, me gusta más así, suena mucho mejor.

En los arrabales o en el zoco o en la medina o a las puertas de la mezquita sin llegar a entrar, nunca.

Siempre sin llegar a entrar porque me gustan más

los atrios, el portal, los patios, el jardín, los ventanales, las puertas, las galerías.

Ni los palacios ni las mezquitas ni las catedrales, no,

porque el interior, lo de dentro, siempre busca persuadir, y muchas veces engañar.

 

Incluso el Taj Mahal, que se hizo por amor como tantas muchas cosas es mejor desde fuera,

es mejor por fuera, es mejor según te lo encuentras, según vas avanzando, o alejándote,

como algo que está ahí  y que te dice que está ahí (y que tú también),

pero por dentro es demasiado y es demasiada riqueza, sabe a engaño y a admiración.

Comprendo el desespero de Sha Jahan, pero para decirle a Arjumand que la quería tanto

no hacía falta tanto, ni joyas ni alhajas ni piedras preciosas ni mármol ni oro.

 

Esto es lo que sientes con Brahem, con parfum de gitane, que no hace falta tanto,

o que hace falta más, pero otra cosa, como la nuit des yeux, la nit dels ulls.

 

Una mezquita o una capilla griega o un templo hindú o un minarete o una catedral

o un faro

siempre es mejor por fuera, siempre. Es lo que creo.

 

Es decir que para el interior, para lo de dentro, el mejor arquitecto y el mejor interiorista eres tú.

Es lo que me pasa con el jazz de Brahem y con le voyage de sahar.

Que te vas encontrando, eso debe ser.

 

Carles J. Pi / Lounge Baobab Club / 5 d’agost de 2008

 

Leila au Pays du Carrousel

http://www.youtube.com/watch?v=ff_qwu57hok